La salud mental como derecho incumplido: una brecha que supera el 70%

La salud mental como derecho incumplido: una brecha que supera el 70%

Imagina que, si necesitaras atención médica para una dolencia física común, solo pudieras recibirla 30% de las veces. Parece impensable, ¿verdad? Ahora aplica esa misma situación a la salud mental, un pilar esencial del bienestar que sostiene nuestras decisiones, relaciones y participación en sociedad. Aunque la salud mental está reconocida como un derecho humano fundamental, los datos globales y regionales muestran una realidad alarmante: la mayoría de las personas que necesitan apoyo no lo reciben. Este hecho, conocido como la “brecha de tratamiento”, es una crisis de inclusión y derechos humanos que no podemos seguir ignorando.

La salud mental es un derecho, pero el acceso sigue siendo un privilegio

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) definen la salud mental como un estado de bienestar que permite afrontar el estrés, desarrollar habilidades, aprender y trabajar adecuadamente. Es más que la simple ausencia de trastornos. 

Sin embargo, a pesar de este reconocimiento y de la alta prevalencia de trastornos mentales, casi una de cada siete personas en el mundo vive con uno, el acceso a una atención efectiva sigue siendo extremadamente limitado. Esta desconexión entre el reconocimiento legal y la realidad es uno de los hallazgos más preocupantes: mientras se declara la importancia de la salud mental, los sistemas de atención permanecen fragmentados, con recursos insuficientes y respuestas ineficaces.

Una brecha que deja fuera a millones

La magnitud de la crisis es evidente. Globalmente, los recursos asignados para abordar la carga de los trastornos mentales son insuficientes. En muchos países, esta escasez ha provocado una brecha de tratamiento que supera el 70%. La situación es aún más crítica en América Latina y el Caribe (ALC), donde esta mediana asciende al 77.9%. Profundizando en condiciones específicas, la brecha para la depresión en ALC es del 73.9%, y para los trastornos por consumo de alcohol se dispara al 85.1%.

El estigma: Un obstáculo invisible

Si bien la escasez de recursos es la causa principal de esta brecha, la situación se agrava por factores sociales profundamente arraigados. El estigma, la exclusión social y la discriminación que rodean a las personas con trastornos mentales no solo dificultan la búsqueda de ayuda, sino que también contribuyen a la ineficiente utilización de los recursos existentes. Las personas con afecciones de salud mental son más propensas a experimentar niveles bajos de bienestar mental, y aunque existen opciones eficaces de prevención y tratamiento, la falta de acceso y el miedo al juicio social crean una barrera casi infranqueable.

La OMS ha reconocido la necesidad de campañas para la reducción del estigma, porque es ineludible que la discriminación es un obstáculo para la salud pública. Hasta que la sociedad no trate la salud mental con la misma urgencia y respeto que la salud física, esta brecha persistirá.

Los efectos en la salud

Un aspecto que suele pasarse por alto es cómo los trastornos mentales interactúan con otras condiciones de salud.. Los trastornos de salud mental aumentan el riesgo de otras enfermedades y contribuyen a lesiones, tanto intencionales como no intencionales. Por ejemplo, los trastornos mentales y neurológicos, como la demencia y la depresión en adultos mayores, contribuyen significativamente a la carga de enfermedades no transmisibles. Esta interconexión subraya que la inversión en salud mental es, de hecho, una inversión en la salud integral de la población. 

Este punto desafía la visión tradicional de que separa la salud física de la mental. La evidencia demuestra que atender la depresión, por ejemplo, no solo mejora el bienestar psicosocial, sino que probablemente reduce riesgos asociados a enfermedades físicas. Por ello, la OMS recomienda que haya paridad entre los aspectos físicos y mentales de la atención de salud, lo que implica que los servicios deben integrarse. Esta integración es crucial, especialmente cuando se considera la alta prevalencia de trastornos como los de ansiedad (359 millones de personas en 2021) o el trastorno bipolar (37 millones de personas en 2021).

La salud mental es un componente esencial para el desarrollo personal, comunitario y socioeconómico. Sin embargo, los datos nos enfrentan a una realidad incómoda: para siete de cada diez personas que necesitan ayuda, ese derecho simplemente no se cumple. 

Ser madre o padre neurodivergente: desafíos, fortalezas y claves para una crianza inclusiva

Ser madre o padre neurodivergente: desafíos, fortalezas y claves para una crianza inclusiva

Cuando se habla de neurodivergencia y crianza, muchas veces el foco está puesto en los hijos o hijas neurodivergentes. Sin embargo, cada vez es más visible la realidad de madres y padres que también son neurodivergentes. Ser madre o padre con autismo, TDAH, dislexia, ansiedad social, trastornos del procesamiento sensorial u otras condiciones neurológicas no significa ser menos capaz de criar. Implica, sí, vivir la parentalidad desde una perspectiva distinta, con desafíos propios, pero también con fortalezas únicas.

Reconocer esta diversidad dentro de la propia crianza es fundamental para visibilizar las múltiples formas de ser familia y promover entornos de apoyo adecuados.

¿Qué significa ser neurodivergente?

El término neurodivergente se refiere a las personas cuyas formas de procesar la información, percibir el entorno o interactuar con los demás difieren de lo que socialmente se considera “neurotípico”. No es sinónimo de enfermedad, sino de variación neurológica. Incluye, entre otros, a personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA), TDAH, dislexia, discalculia, Tourette, ansiedad social, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), y otras condiciones cognitivas o sensoriales.

En el caso de madres y padres neurodivergentes, estas características no desaparecen con la llegada de la maternidad o paternidad, sino que se integran en su experiencia cotidiana de crianza.

Desafíos específicos en la parentalidad neurodivergente

La crianza ya es, de por sí, una tarea compleja y demandante. Para una persona neurodivergente, pueden sumarse desafíos adicionales dependiendo de su perfil neurológico.

En el caso de madres y padres con TDAH, por ejemplo, la organización del tiempo, la planificación de rutinas o el manejo de múltiples tareas simultáneas puede ser especialmente desafiante. Las demandas constantes de atención que implica la crianza pueden resultar agotadoras, generando períodos de sobrecarga o desregulación emocional.

Quienes presentan ansiedad social o dificultades en la interpretación de señales sociales pueden experimentar incomodidad al interactuar con otros padres, participar en reuniones escolares o asistir a eventos grupales.

Para algunas personas autistas, la hipersensibilidad sensorial puede hacer que los ruidos constantes, el llanto o los cambios de rutina generen niveles elevados de estrés. Las demandas emocionales intensas de la crianza pueden resultar abrumadoras si no se cuenta con apoyos adecuados.

Además, muchas veces enfrentan juicios sociales o incomprensión por parte de profesionales de salud, educación o incluso del entorno familiar, al partirse aún de la creencia errónea de que solo existen “formas normativas” de ejercer la maternidad o paternidad.

Fortalezas de ser madre o padre neurodivergente

A pesar de los desafíos, es fundamental reconocer que la neurodivergencia también aporta habilidades valiosas al ejercicio de la crianza.

Muchas madres y padres neurodivergentes destacan por su alto nivel de empatía hacia la diferencia, su capacidad de respetar los ritmos individuales de sus hijos o hijas, y su disposición a cuestionar los modelos de crianza tradicionales que no siempre resultan respetuosos o adaptados a las necesidades de cada niño o niña.

El pensamiento fuera de lo convencional, la creatividad para buscar soluciones alternativas, la capacidad de observación detallada o el desarrollo de estrategias personales para organizarse, son algunas de las herramientas que muchas personas neurodivergentes aplican en su parentalidad.

Además, cuando sus propios hijos e hijas también son neurodivergentes, su experiencia personal puede convertirse en una fuente invaluable de comprensión, acompañamiento genuino y validación emocional.

La importancia de construir redes de apoyo

Para madres y padres neurodivergentes, contar con una red de apoyo sólida es esencial. Esta red puede incluir a la pareja, familiares, amistades, profesionales de salud mental, terapeutas ocupacionales, grupos de crianza inclusivos o comunidades online de otros padres neurodivergentes que comparten experiencias similares.

Pedir ayuda no es signo de incapacidad, sino un acto de cuidado y autocuidado. Delegar ciertas tareas, establecer rutinas visuales o flexibles, y priorizar el descanso son estrategias que ayudan a sostener el equilibrio emocional y físico.

Asimismo, es importante contar con profesionales de salud que comprendan la neurodivergencia adulta y que validen la experiencia de estos padres sin patologizarla.

Romper mitos sobre la parentalidad neurodivergente

Uno de los mayores obstáculos que enfrentan las madres y padres neurodivergentes son los estigmas sociales. Persiste la idea errónea de que no serán capaces de cuidar adecuadamente de sus hijos, que sus diferencias los incapacitan para establecer vínculos afectivos sanos o que no pueden ofrecer un entorno estable.

Estas creencias no solo son falsas, sino que generan barreras emocionales innecesarias. La parentalidad, neurodivergente o no, requiere apoyos, comprensión y adaptaciones. No existe una única forma válida de criar; existen múltiples caminos posibles, todos igual de valiosos.

Ser madre o padre neurodivergente implica integrar las propias características neurológicas en la experiencia de la crianza. Aunque puedan presentarse desafíos particulares, existen también fortalezas poderosas que enriquecen el vínculo con los hijos e hijas.

Visibilizar esta realidad es clave para construir sociedades más inclusivas, que valoren la diversidad en todas sus formas, y que acompañen a las familias desde un enfoque de respeto, derechos y comprensión profunda de las diferencias humanas.

 

¿Conoces experiencias de madres o padres neurodivergentes? ¿Qué apoyos considerás fundamentales para acompañar la crianza en estos casos? ¡Dejanos tu comentario! Si deseas conocer más sobre diversidad en la crianza, te invitamos a leer nuestro artículo: Autonomía vs. sobreprotección familiar: la línea invisible que afecta a miles de adultos con discapacidad 

¿Qué adaptaciones puede solicitar una persona con trastorno de ansiedad en el trabajo?

¿Qué adaptaciones puede solicitar una persona con trastorno de ansiedad en el trabajo?

El trastorno de ansiedad es una condición de salud mental que afecta la vida de millones de personas en todo el mundo. Aunque no siempre es visible, sus efectos pueden ser profundos y, en muchos casos, impactar directamente en el ámbito laboral. Sin embargo, con el acompañamiento adecuado y con adaptaciones específicas en el entorno de trabajo, es posible desempeñarse profesionalmente sin que la ansiedad se convierta en una barrera.

¿Por qué son importantes las adaptaciones laborales en casos de ansiedad?

El trabajo es, muchas veces, un escenario donde las personas con trastorno de ansiedad enfrentan múltiples desafíos. Las exigencias de plazos, las interacciones sociales constantes, la presión por resultados y los entornos de alta demanda pueden intensificar los síntomas y generar un desgaste emocional sostenido.

Por eso, hablar de adaptaciones laborales no es un privilegio, sino una herramienta para garantizar igualdad de oportunidades, proteger la salud mental de quienes lo necesitan y permitir que cada persona pueda aportar lo mejor de sí en su rol profesional.

¿Qué son los ajustes razonables?

Los ajustes razonables son modificaciones o adaptaciones que se realizan en el lugar de trabajo para eliminar barreras que puedan limitar el desempeño de una persona con discapacidad o con condiciones de salud mental como el trastorno de ansiedad. Su objetivo es facilitar el acceso al empleo, el desarrollo profesional y la permanencia laboral en igualdad de condiciones.

Estas adaptaciones son siempre individualizadas, dependen de las funciones del puesto y deben ser acordadas de manera colaborativa entre la persona trabajadora y la empresa.

Adaptaciones posibles para personas con trastorno de ansiedad

Existen muchas maneras prácticas en que una empresa puede adaptar su entorno laboral para acompañar a una persona que convive con ansiedad.

Una de las más comunes es la flexibilidad horaria. Permitir que la persona inicie y finalice su jornada en horarios más adecuados puede reducir situaciones estresantes como el tráfico o el congestionamiento de transporte público, así como ofrecer margen en momentos de mayor crisis emocional.

El trabajo remoto, ya sea parcial o total, puede ser otra opción beneficiosa. Esta modalidad permite reducir la exposición a estímulos estresantes propios del ambiente físico laboral y brinda mayor control sobre el espacio y las condiciones en las que la persona desarrolla sus tareas.

En cuanto a la supervisión, es útil que los responsables directos mantengan una comunicación clara, predecible y estructurada. Establecer reuniones planificadas y objetivos de trabajo bien definidos ayuda a disminuir la incertidumbre, uno de los principales detonantes de ansiedad.

Las pausas programadas durante la jornada son otra herramienta valiosa. Espacios breves de descanso permiten a la persona realizar ejercicios de relajación, respiración o mindfulness, estrategias recomendadas para el control de los síntomas de ansiedad.

El entorno físico también puede ajustarse. Asignar espacios de trabajo tranquilos, con menor exposición al ruido, la actividad constante o las interrupciones frecuentes, puede marcar una diferencia significativa en el bienestar cotidiano.

Además, el uso de herramientas tecnológicas de organización, como agendas digitales, recordatorios automáticos o sistemas de planificación visual, favorece el manejo de tareas y plazos, reduciendo el estrés asociado al olvido o la sobrecarga de actividades.

En algunos casos, puede ser necesario revisar la distribución de tareas o flexibilizar plazos durante momentos de mayor sintomatología, siempre en acuerdo mutuo entre la persona trabajadora y la empresa.

Finalmente, es fundamental sensibilizar al equipo de trabajo y a los líderes mediante capacitaciones en diversidad e inclusión en salud mental. Esto contribuye a prevenir comentarios estigmatizantes, malentendidos o prácticas inadecuadas que puedan agravar la situación.

¿Cómo solicitar estas adaptaciones?

Para solicitar estas adaptaciones, es recomendable iniciar un diálogo abierto y respetuoso con recursos humanos o con el área de inclusión laboral, si la empresa cuenta con ella. Aunque no siempre es obligatorio presentar un certificado médico, en algunos casos contar con un informe profesional puede facilitar la comprensión de las necesidades y respaldar las solicitudes.

Es importante que la comunicación sea clara, centrada en las dificultades concretas y en las posibles soluciones. Las empresas, por su parte, tienen la responsabilidad de mantener la confidencialidad de la información compartida.

¿Qué establece la normativa?

En muchos países, el trastorno de ansiedad está incluido dentro de los marcos legales de discapacidad o de protección de derechos en el trabajo. Normativas como la Americans with Disabilities Act (ADA) en Estados Unidos, las leyes de salud mental y empleo en diversos países de América Latina, o las directivas de igualdad de trato en Europa, obligan a los empleadores a ofrecer ajustes razonables cuando son solicitados y viables.

Tener un trastorno de ansiedad no debería limitar las oportunidades laborales de ninguna persona. Las adaptaciones laborales son herramientas concretas que permiten eliminar barreras y garantizar un ambiente de trabajo más saludable, productivo e inclusivo para todas las personas. Invertir en estos ajustes no solo beneficia a quien los solicita, sino que enriquece la cultura organizacional en su conjunto.

 

Si deseas conocer más sobre cómo construir espacios laborales inclusivos, te invitamos a leer nuestro artículo sobre Decir “sí” a la discapacidad: ajustes razonables para una inclusión real en el trabajo, donde encontrarás ejemplos y recomendaciones para implementar medidas efectivas en el ámbito laboral.

¿Qué adaptaciones puede solicitar una persona con trastorno de ansiedad en el trabajo?

Síndrome del Cuidador: Prevención y estrategias de autocuidado

Cuidar de una persona con dependencia emocional, física o cognitiva es una tarea noble y esencial para el bienestar de nuestra sociedad. Sin embargo, cuando las demandas superan nuestros recursos emocionales, físicos y sociales, el cuidado puede convertirse en una carga silenciosa que desgasta lentamente al cuidador. Reconocer estos límites no es un acto de egoísmo, sino de responsabilidad: sólo cuando nos cuidamos a nosotros mismos podemos brindar un apoyo verdaderamente sostenible, respetuoso y digno para quienes dependen de nosotros..

En la práctica clínica y en la literatura psicológica se habla a menudo del llamado “síndrome del cuidador” (también denominado “sobrecarga del cuidador” o “burnout del cuidador”). No es un diagnóstico formal recogido en los manuales psiquiátricos (DSM‑5 o CIE‑11), pero sí describe un conjunto de síntomas físicos, emocionales y conductuales que aparecen en las personas familiares o profesionales  que cuidan de manera prolongada a otras personas con dependencia.

¿Qué es el síndrome del cuidador?

El síndrome del cuidador hace referencia al desgaste multidimensional que experimentan quienes asumen de forma continuada las tareas de cuidado de un familiar o usuario con necesidades especiales de apoyo. A diferencia del estrés puntual, aquí hablamos de una sobrecarga sostenida en el tiempo que puede desembocar en:

  • Agotamiento físico: cansancio crónico, dolor muscular, alteraciones del sueño.

  • Estrés emocional: ansiedad permanente, sentimientos de frustración o culpa, irritabilidad.

  • Afectación social: aislamiento, abandono de actividades de ocio, reducción de la red de apoyo.

  • Problemas de salud: mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, hipertensión o trastornos inmunitarios.

Aunque no existe un umbral único —cada persona tiene su propia tolerancia y recursos—, cuando varias de estas áreas se ven comprometidas de forma simultánea y prolongada, hablamos de sobrecarga o “síndrome” del cuidador.

Factores de riesgo

Algunos factores aumentan la probabilidad de desarrollar este síndrome:

  • Duración e intensidad del cuidado: cuidar a una persona con necesidades complejas (por ejemplo, demencia avanzada) exige más tiempo y energía.

  • Falta de relevo o apoyos: la ausencia de una red de amigos, familia o servicios de relevo (respiro familiar) agrava el estrés.

  • Expectativas irreales: asumir que “hay que hacerlo todo uno mismo” y no pedir ayuda.

  • Recursos personales limitados: escaso autocuidado, sueño insuficiente, carencia de actividades que regeneren.

Reconocer estos factores tempranamente puede ayudar a prevenir la progresión del agotamiento.

Cómo identificar: señales de alerta

Prestar atención a estas señales puede ser clave para buscar ayuda:

  1. Cambios en el estado de ánimo: irritabilidad constante o tristeza profunda.

  2. Problemas cognitivos: dificultades de concentración, olvido frecuente.

  3. Síntomas físicos: dolores de cabeza, tensión muscular, malestar digestivo sin causa orgánica.

  4. Alteraciones del sueño: tanto insomnio como dormir en exceso sin sentirse descansado.

  5. Abandono de intereses: pérdida de motivación para hobbies, deporte o socializar.

Buscar ayuda profesional no es una señal de debilidad, sino un acto valiente de amor propio y responsabilidad. Psicólogos, trabajadores sociales y otros especialistas pueden brindarte herramientas efectivas para afrontar el cuidado sin perder tu salud física y emocional en el camino..

Estrategias de afrontamiento y autocuidado

  1. Pedir y organizar apoyos:

    • Buscar servicios de respiro familiar (guarderías diurnas, centros de día).

    • Compartir responsabilidades con otros familiares o grupos de apoyo locales.

  2. Establecer rutinas de autocuidado:

    • Reservar tiempo diario para actividades placenteras (lectura, paseo, meditación).

    • Asegurar hábitos de sueño regulares y una alimentación equilibrada.

  3. Aprender técnicas de gestión emocional:

    • Ejercicios de respiración y relajación progresiva.

    • Mindfulness o meditación guiada para disminuir la ansiedad.

  4. Formación y educación:

    • Asistir a talleres sobre cuidado de la persona dependiente y manejo de la conducta.

    • Mantenerse informado sobre la condición de la persona cuidada para anticipar situaciones.

  5. Apoyo profesional:

    • Buscar un psicólogo o terapeuta para procesar emociones de culpa, tristeza o frustración.

    • Participar en grupos de autoayuda donde compartir experiencias y estrategias.

El síndrome del cuidador no es una debilidad personal, sino una señal de que las demandas del cuidado han superado tus recursos. Reconocer sus síntomas y actuar con prontitud, solicitando apoyos, practicando autocuidado y formándote continuamente, es la forma más segura de garantizar tu salud y la de la persona a tu cuidado.

Recordemos que todas las personas merecen recibir y ofrecer cuidados desde un lugar de equilibrio y bienestar. Poner en práctica estas estrategias no solo previene la sobrecarga, sino que transforma la experiencia de cuidado en un acto de bienestar compartido, garantizando en la marcha la atención y apoyo de profesionales de la salud para garantizar la integridad del cuidador.

¿Has experimentado algo similar? ¡Dejanos tu comentario! Si eres persona cuidadora o conoces a alguien en esta labor, comparte este artículo y contribuye a visibilizar la importancia de cuidar a quienes cuidan.

Ser madre o padre neurodivergente: desafíos, fortalezas y claves para una crianza inclusiva

Apps de salud mental basadas en IA: Chatbots y terapias digitales para personas con discapacidad psicosocial

En un mundo cada vez más digitalizado, las aplicaciones de salud mental basadas en Inteligencia Artificial (IA) ofrecen nuevas oportunidades de apoyo accesible para personas con discapacidad psicosocial. Estas herramientas, que van desde chatbots conversacionales hasta plataformas de terapia en línea, pueden complementar la atención tradicional y superar barreras geográficas, económicas o de movilidad. Este artículo explora cómo funcionan estas apps, sus beneficios, desafíos y recomendaciones prácticas para quienes deseen incorporarlas en su rutina de autocuidado.

Es importante señalar que estas aplicaciones son de apoyo o complementarias, toda vez que prima la necesidad de recurrir a un profesional de la salud para su correcto y responsable tratamiento.

¿Qué son las apps de salud mental basadas en IA?

Las aplicaciones de salud mental con IA utilizan algoritmos avanzados para proporcionar apoyo emocional, seguimiento de estados de ánimo y, en algunos casos, intervenciones terapéuticas. Entre sus principales componentes se encuentran:

  • Chatbots conversacionales: Interfaces que simulan una conversación humana para ofrecer contención inmediata.

  • Programas de terapia cognitivo-conductual (TCC) digitalizados: Módulos estructurados que guían a las personas usuarias a través de ejercicios psicoeducativos.

  • Monitorización pasiva y activa: Registro de datos de uso, patrones de sueño, actividad física y respuestas emocionales.

  • Recomendaciones personalizadas: Sugerencias de ejercicios de respiración, mindfulness u otras técnicas basadas en el análisis de datos.

Privacidad y autonomía

Para muchas personas, compartir dificultades emocionales en entornos presenciales puede generar ansiedad o temor al estigma. Las terapias digitales ofrecen un espacio más privado y controlado, donde las personas con discapacidad psicosocial pueden explorar sus emociones con mayor autonomía, aunque nunca sustitutiva de la atención de un profesional, puede ser de ayuda y apoyo para los procesos. 

Continuidad de atención

Las apps de IA están disponibles 24/7, lo que garantiza acompañamiento entre sesiones con profesionales o en momentos de crisis. Esta continuidad contribuye a una mejor gestión de síntomas y prevención de recaídas.

 

Desafíos y limitaciones

Calidad de la IA y sesgos

Los algoritmos pueden reflejar sesgos si no se entrenan con datos de personas con discapacidad psicosocial. Esto puede reducir la efectividad para quienes presentan experiencias emocionales complejas.

Falta de regulación y certificación

No todas las apps están validadas clínicamente. Es importante verificar si cuentan con estudios publicados, certificaciones sanitarias o aval de profesionales.

Brecha digital

El acceso a estas herramientas depende de disponer de un dispositivo y conectividad estable, lo cual puede ser un obstáculo para algunas personas.

Recomendaciones prácticas para personas con discapacidad psicosocial y sus entornos

Evaluar antes de usar

  1. Revisar reseñas de personas con discapacidad psicosocial.

  2. Probar versiones gratuitas o demos.

  3. Consultar con profesionales de salud mental, esto es lo primordial y no admite sustitución alguna, para um correcto y adecuado tratamiento.

Perspectivas de futuro

La investigación en IA y salud mental avanza rápidamente. Algunas tendencias prometedoras incluyen:

  • Realidad virtual terapéutica accesible: Entornos inmersivos adaptados para personas con discapacidad psicosocial.

  • IA multimodal: Integración de voz, texto y análisis facial para una comprensión emocional más completa.

Las apps de salud mental basadas en IA representan una herramienta valiosa para apoyar el bienestar emocional de las personas con discapacidad psicosocial. Su accesibilidad, disponibilidad y adaptabilidad ofrecen nuevas formas de cuidado complementario, aunque es crucial evaluar su calidad y garantizar un uso ético. Al combinar estas tecnologías con la atención profesional y el fomento de habilidades digitales, podemos avanzar hacia un modelo de salud mental más inclusivo y equitativo para todas las personas.

¿Qué piensas de estas herramientas del uso de estas herramientas? ¡Dejanos tu comentario! Te invitamos a leer nuestro artículo: Salud Mental y Discapacidad psicosocial

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