¿Qué es el estrés y cómo combatirlo con mindfulness?

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El estrés puede ser descrito como una situación de sobrecarga o de presión que afecta a una persona y que depende  tanto de las demandas de la situación, como de los recursos de la persona para afrontarla.

Así, se trata de un sentimiento de tensión física o emocional que se produce de manera automática y natural ante situaciones o pensamientos que nos resultan amenazadores, frustrantes o desafiantes.

Un nivel moderado de estrés es normal, ya que el ser humano debe ser capaz de adaptarse a múltiples situaciones. Por ejemplo, frente a una situación peligrosa, es positivo que la persona se ponga en alerta, para poder reaccionar de manera adecuada. Sin embargo, durante este proceso de adaptación, puede ocurrir que la persona no disponga de suficientes recursos para resolver el desafío al que se enfrenta, y la situación le supere, generando niveles de estrés excesivamente altos que pueden desembocar en distintos síntomas o consecuencias perjudiciales.

¿Cuáles son algunos síntomas del estrés?

– Dolor de cabeza regular

– Contracturas

– Desórdenes digestivos

– Insomnio

– Irritabilidad y mal humor

– Pesimismo

– Falta de concentración

– Despistes frecuentes (pérdida de memoria)

– Fatiga

¿Cómo ayuda el mindfulness a combatir el estrés?

El mindfulness es un tipo de meditación que procede de la cultura oriental, más concretamente del budismo zen. A pesar de no tener traducción directa al español, podemos entender el significado del término ‘mindfulness’ como la ‘atención o conciencia plena’. Y es que en eso consiste esta técnica, en centrarse en el presente de tal forma que no valoremos lo que se percibe o se siente, sino que aceptemos nuestras emociones tal cual nos nacen, sin controlarlas o evitarlas, eliminando así la frustración o ansiedad que puede producirnos el hecho de enfrentarnos a una situación que, aunque lo intentemos, no podemos cambiar o modificar.

Los motivos por los que la práctica del mindfulness ha cobrado relevancia dentro de las terapias psicológicas son básicamente dos. Por un lado, la importante influencia a la hora de la construcción de la personalidad y, por otro, el hecho de analizar las circunstancias que nos rodean y nuestros propios sentimientos sin prejuicios. Por tanto, analizar la realidad y aprender a aceptarla sin realizar ningún tipo de valoración hará que, sin duda, mejore su estado anímico. Todas estas razones han llevado a muchos investigadores a considerar el mindfulness no sólo como una terapia o técnica de meditación, sino como una filosofía de vida en sí misma.

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¿Las enfermedades mentales son consideradas una discapacidad?

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La enfermedad mental ha sido siempre un tema difícil de enfrentar a causa del estigma y de los temores asociados tanto en el ámbito laboral como de manera general. La “enfermedad mental” no se refiere sólo a patologías graves, sino también a trastornos comunes como la depresión, la ansiedad o el estrés, que pueden ser tratados de forma adecuada si son manejados correctamente. Muchas personas con enfermedades mentales tienen, a su vez, alguna discapacidad que puede estar asociada o no a dicho padecimiento y generalmente se clasifican dentro del espectro de las discapacidad psicosociales. En este artículo haremos un breve repaso sobre ellas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la discapacidad psicosocial como personas con diagnóstico de trastorno mental que han sufrido los efectos de factores sociales negativos, como el estigma, la discriminación y la exclusión. La anterior definición, no se limita a mencionar la situación de salud de la persona; su acierto consiste, en hacer notar las deficiencias de una sociedad que estigmatiza, discrimina y excluye. Si bien, se trata de una definición que parte de un aspecto médico, al incorporar y destacar las deficiencias de la sociedad, se hace compatible con el Modelo Social de abordaje de la Discapacidad pues identifica cómo la sociedad discapacita a nuestro colectivo, además de que distingue estas discapacidades de las intelectuales.

Generalmente, estas condiciones de vida temporal o permanente aparece durante la adolescencia o los primeros años de la adultez y varía de acuerdo a cada una de las disfunciones, afectando directamente las funciones mentales y de interrelación de las personas que la presentan, limitando su capacidad para ejercer una o más actividades de la vida cotidiana.

– Depresión: Estado mental que se caracteriza por sentimientos permanentes de tristeza, desesperación, pérdida de la energía y dificultad para manejarse en la vida cotidiana normal. Otros síntomas de la depresión incluyen sentimientos de inutilidad y desesperanza, pérdida del placer en la realización de actividades, cambios en los hábitos de alimentación o dormir, y pensamientos de muerte o suicidio.

– Trastornos de ansiedad: La ansiedad es un sentimiento de miedo, temor e inquietud que puede manifestarse con palpitaciones y sudoración. Si bien la ansiedad es una reacción normal al estrés cuando nos enfrentamos a algunas situaciones, su presencia prolongada y abrumadora puede significar limitaciones para el desenvolvimiento de la persona en la sociedad.

– Psicosis: Es un trastorno mental grave por el cual la persona pierde la capacidad de reconocer la realidad o de relacionarse con otros. La persona no es capaz de hacer frente a las exigencias de la vida diaria. Los síntomas incluyen estar paranoide, tener ideas falsas acerca de lo que está ocurriendo o quién es quién, y ver, oír o sentir cosas que no están presentes. Puede ocurrir a cualquier edad, aunque es bastante inusual en la infancia y adolescentes menores de 15 años.

– Trastorno bipolar: Es una enfermedad mental que causa cambios extremos en el estado de ánimo que comprenden altos emocionales (manía o hipomanía) y bajos emocionales (depresión).  Estos cambios en el estado de ánimo pueden afectar el sueño, la energía, el nivel de actividad, el juicio, el comportamiento y la capacidad de pensar con claridad.

– Esquizofrenia: Es un trastorno mental severo que afecta al pensamiento, las emociones y el comportamiento. Los síntomas más habituales son delirios, alucinaciones, trastornos del pensamiento, aislamiento y deterioro de las emociones.

– Trastorno esquizoafectivo: El trastorno esquizoafectivo es un trastorno de salud mental que se caracteriza por una combinación de síntomas de esquizofrenia, como alucinaciones o delirios, y síntomas de trastornos del estado de ánimo, como depresión o manía.

– Patología dual: Hace referencia a personas que presentan de manera simultánea o a lo largo de su vida una adicción en conjunto con un trastorno mental. Las adicciones pueden ser elementos o sustancias moralmente aprobadas en la cultura actual como: el tabaco, el café, el alcohol, los analgésicos o aquellas que no disfrutan del mismo status como: el cannabis o la cocaína. Por otro lado los trastornos mentales hacen referencia a padecer trastornos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo, trastornos del espectro de la esquizofrenia y la psicosis, Trastorno Déficit Atención e Hiperactividad, y diferentes rasgos y trastornos de personalidad.

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