El síndrome de Down es una condición genética que acompaña a las personas desde su concepción y que se caracteriza por la presencia de una tercera copia del cromosoma 21. A lo largo de la historia, esta condición ha sido frecuentemente malinterpretada como una “enfermedad”. Sin embargo, desde el ámbito médico y social se reconoce hoy que el síndrome de Down no es una enfermedad, sino una variación cromosómica que aporta diversidad a la especie humana. Comprender esta diferencia es clave para derribar estigmas, promover la inclusión y garantizar el respeto de los derechos de las personas con síndrome de Down.

¿Qué es el síndrome de Down?

Una variación genética, no una patología.

El síndrome de Down se produce cuando una célula del embrión presenta tres copias del cromosoma 21 en lugar de las dos habituales. Este fenómeno, llamado trisomía 21 , ocurre de forma espontánea y no es contagioso ni hereditario en la mayoría de los casos. La presencia de estos cromosomas extra modifica el desarrollo físico y cognitivo de la persona, pero no implica que exista una “enfermedad” que deba ser “curada”.

Rasgos característicos

Aunque cada persona con síndrome de Down es única, existen algunos rasgos físicos y cognitivos que suelen ser comunes y que pueden o no presentarse en cada persona:

  • Rasgos faciales : ojos almendrados con pliegue epicántico, nariz de puente plano y orejas pequeñas.

     

  • Tono muscular : suelen presentar hipotonía (tono muscular bajo), que mejora con fisioterapia y estimulación temprana.

     

  • Desarrollo cognitivo : el perfil intelectual varía de leve a moderado, con fortalezas en áreas como la memoria visual y habilidades sociales.

     

  • Salud : mayor predisposición a ciertas condiciones —como cardiopatías congénitas, hipotiroidismo o problemas auditivos— que requieren seguimiento médico, pero no constituyen por sí mismas una “enfermedad única” del síndrome de Down.

     

Consecuencias en la autoestima

Cuando la sociedad transmite el mensaje de que el síndrome de Down es una patología que “hay que superar”, las personas con esta condición pueden interiorizar la idea de ser “menos válidas”. Romper este estigma es esencial para fortalecer su autoestima y empoderarlas.

Hacia una visión inclusiva y respetuosa

Reconocer la diversidad como valor

Las personas con síndrome de Down aportan perspectivas únicas , creatividad y una capacidad de relacionarse que enriquecen familias, escuelas y lugares de trabajo. Reconocer que el síndrome de Down es una variación genética y no una enfermedad es el primer paso para:

  1. Promover la inclusión educativa : diseñar programas que aprovechen sus fortalezas y ofrezcan apoyos donde sea necesario.

     

  2. Fomentar el empleo inclusivo : identificar puestos y roles donde puedan destacar, garantizando ajustes razonables.

     

  3. Visibilizar sus historias : compartir experiencias de éxito para inspirar a la comunidad y cambiar narrativas.

     

Buenas prácticas de comunicación.

  • Lenguaje centrado en la persona : decir “persona con síndrome de Down” en lugar de “down” o “enfermo”.

     

  • Evitar eufemismos estigmatizantes : no hablar de “minusválidos” o “capacidades diferentes”.

     

  • Resaltar logros : enfatizar sus habilidades y contribuciones, no solo los desafíos.

     

El síndrome de Down es una condición congénita y estable , fruto de una variación cromosómica, no una enfermedad que deba “curarse”. Cambiar el enfoque desde la patología hacia la inclusión y el respeto permite que las personas con síndrome de Down desarrollen todo su potencial y participen activamente en la sociedad.

Al entender y comunicar correctamente qué es el síndrome de Down, podemos derribar barreras, fomentar entornos educativos y laborales inclusivos, y garantizar que cada persona sea valorada por su singularidad.

¿Conoces a alguien cercano a ti con síndrome de Down? ¿Qué trato has visto hacia las personas con síndrome de down? ¡Déjanos tu comentario!  Te invitamos a leer nuestro artículo: Mitos sobre el síndrome de Down ¡Conoce la verdad!

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