Emprender después de los 60: la revolución silenciosa de la longevidad

Emprender después de los 60: la revolución silenciosa de la longevidad

Imagina recibir una llamada urgente: un supuesto nieto pide dinero porque ha tenido un accidente y necesita ayuda inmediata. La voz es convincente, la situación desesperada. Muchas personas mayores, movidas por la preocupación, caen en este tipo de estafas. En países como Japón se pierden cientos de millones de dólares cada año por fraudes dirigidos específicamente a adultos mayores. Lo sorprendente es que algunos bancos están recurriendo a la inteligencia artificial (IA) y la tecnología más avanzada para protegerlos. La innovación, en este caso, no se orienta solo al beneficio económico, sino también a la seguridad y la dignidad de los clientes más vulnerables.

Un problema global que crece en silencio

El fraude financiero hacia personas mayores es una problemática universal. A menudo se manifiesta en estafas telefónicas, falsificación de documentos, robo de identidad o presiones indebidas para acceder a fondos. El miedo a ser víctima de fraude es tan fuerte que muchas personas mayores prefieren no usar cajeros automáticos ni plataformas digitales.

Este miedo no es infundado: diversos estudios señalan que las personas mayores tienen más probabilidad de sufrir explotación financiera que otros grupos etarios. Esto crea un círculo vicioso: la desconfianza hacia la tecnología lleva a evitar su uso, lo que a su vez aumenta el aislamiento financiero y la dependencia de terceros.

El caso de Japón: cámaras inteligentes para detectar estafas

Japón enfrenta un envejecimiento acelerado de su población y un aumento significativo de fraudes telefónicos. Los estafadores suelen llamar haciéndose pasar por familiares, convenciendo a las personas mayores de enviar dinero con urgencia. Se estima que ocurren unos 15.000 casos anuales, con pérdidas superiores a los 200 millones de dólares.

Para enfrentar esta realidad, el Hokuyo Bank implementó una solución innovadora: cámaras inteligentes con IA instaladas alrededor de los cajeros automáticos. Estas cámaras detectan cuando un cliente permanece demasiado tiempo frente al cajero hablando por teléfono, lo que suele coincidir con las instrucciones de un estafador. En tiempo real, el sistema alerta a los colaboradores del banco, quienes se acercan a conversar con el cliente antes de que se concrete la transacción fraudulenta.

Lo más interesante es que este mecanismo protege sin invadir la privacidad: el sistema no graba las conversaciones, solo analiza patrones de comportamiento.

De la vigilancia al acompañamiento

La clave de estas iniciativas no es solo la tecnología, sino la capacidad de traducirla en un acompañamiento humano. Cuando un cliente recibe la intervención de una persona que lo alerta sobre una posible estafa, no solo se evita una pérdida económica, también se genera confianza en la institución. El mensaje es claro: el banco está de tu lado, velando por tu seguridad.

Esto convierte la tecnología en un aliado silencioso que refuerza la relación cliente–institución, en lugar de percibirse como un obstáculo o una herramienta de control.

Innovaciones complementarias: tarjetas inteligentes y algoritmos de protección

Además de las cámaras inteligentes, existen otras soluciones que buscan blindar a las personas mayores frente al fraude. En Estados Unidos, la fintech True Link Financial diseñó tarjetas de débito personalizadas que permiten bloquear compras por internet o restringir su uso a determinadas tiendas. También es posible establecer límites de gasto y otorgar acceso a familiares para supervisar las transacciones.

Por otra parte, algunos bancos están desarrollando algoritmos capaces de identificar patrones sospechosos en el comportamiento financiero de sus clientes. Si una persona mayor que usualmente realiza pequeñas compras de supermercado de repente transfiere grandes sumas al extranjero, el sistema puede generar una alerta automática y activar protocolos de verificación.

El impacto psicológico de sentirse protegido

Uno de los efectos menos visibles del fraude financiero es el impacto emocional: las víctimas suelen sentir vergüenza, miedo y pérdida de confianza en sí mismas. Saber que existen mecanismos preventivos cambia esta narrativa. Las personas mayores pueden acercarse al banco con menos temor y más autonomía, reforzando la inclusión financiera y evitando depender de familiares o terceros.

De hecho, cuando las instituciones demuestran que protegen activamente a sus clientes, generan fidelidad y mejoran su reputación en la comunidad.

La oportunidad para América Latina

En América Latina y el Caribe, donde la digitalización avanza rápido, la vulnerabilidad de las personas mayores frente al fraude es un desafío creciente. Sin embargo, también es una oportunidad para innovar. Adoptar tecnologías de detección temprana, crear productos financieros adaptados y promover campañas de educación digital pueden marcar la diferencia entre la exclusión y la confianza.

Además, estas soluciones no benefician únicamente a las personas mayores. La protección contra fraudes mejora la seguridad de todo el sistema financiero y fortalece la percepción de que los bancos son aliados confiables en la vida cotidiana.


La lucha contra el fraude financiero a personas mayores no debe basarse solo en prohibiciones o restricciones, sino en innovación. La inteligencia artificial y la tecnología pueden convertirse en un escudo que protege a los más vulnerables, sin sacrificar autonomía ni dignidad. La pregunta que queda abierta es: ¿cuántas instituciones en nuestra región están dispuestas a invertir en soluciones que no solo generen ganancias, sino también confianza y seguridad?

El futuro de las finanzas en América Latina y el Caribe depende de nuestra capacidad de adaptación. La pregunta es simple: ¿seguiremos viendo la longevidad como un problema o nos animaremos a verla como el activo más valioso de los próximos años?

Políticas públicas y compromiso social: el camino hacia un sistema de cuidados inclusivo

Políticas públicas y compromiso social: el camino hacia un sistema de cuidados inclusivo

Un nuevo marco para el cuidado

El Policy Paper “Transformar los sistemas de cuidados” de la ONU plantea un llamado urgente a redefinir la manera en que concebimos y organizamos el cuidado. El documento sostiene que este no puede seguir siendo visto como una cuestión privada, relegada al ámbito doméstico, sino como un pilar fundamental para el bienestar de las personas y el desarrollo económico y social.

Esta visión implica reconocer que el cuidado es un derecho humano y, al mismo tiempo, una responsabilidad compartida entre el Estado, el sector privado, las comunidades y las familias. Solo así se puede garantizar que todas las personas, en todas las etapas de su vida, tengan acceso a servicios de calidad y adaptados a sus necesidades.

El papel del Estado en la garantía del derecho al cuidado

Uno de los ejes centrales del documento es el rol del Estado como garante principal del cuidado. Esto implica desarrollar marcos legales que reconozcan explícitamente este derecho, destinar recursos públicos suficientes para financiar los servicios, y establecer estándares de calidad y mecanismos de control que aseguren su cumplimiento.

El cuidado, para ser efectivo, debe ser accesible, asequible y universal. Esto significa eliminar las barreras físicas, económicas y sociales que hoy impiden que muchas personas puedan recibir la atención que necesitan.

Empresas y sector privado: aliados estratégicos

El sector privado también tiene un papel importante que desempeñar en la construcción de sistemas de cuidados inclusivos. El documento destaca que las empresas pueden contribuir ofreciendo beneficios como licencias de cuidado, horarios flexibles, guarderías en el lugar de trabajo o subsidios para servicios externos.

Estas medidas no solo favorecen el bienestar de los trabajadores, sino que también mejoran la productividad, reducen la rotación de personal y fortalecen la imagen corporativa como organización comprometida con la igualdad y la inclusión.

Comunidades y redes de apoyo

El cuidado no se limita a los servicios formales. Las comunidades y redes de apoyo juegan un papel fundamental, especialmente en contextos donde los recursos públicos o privados son limitados. El documento reconoce la importancia de fortalecer estas redes, dotándolas de herramientas, capacitación y respaldo para que puedan complementar de manera efectiva los servicios institucionales.

Este enfoque comunitario es clave para llegar a zonas rurales o alejadas, donde la infraestructura y los servicios formales son escasos.

La corresponsabilidad como principio rector

Uno de los conceptos más potentes que presenta el policy paper es el de corresponsabilidad. El cuidado no puede recaer desproporcionadamente sobre un solo grupo, como históricamente ha ocurrido con las mujeres. Para lograr una distribución justa, es necesario que hombres y mujeres participen de manera equitativa en las tareas de cuidado en el hogar, y que las instituciones públicas, las empresas y las comunidades asuman también su parte de la responsabilidad.

Este cambio cultural es tan importante como las reformas legales y las inversiones económicas, ya que sin corresponsabilidad real cualquier sistema de cuidado corre el riesgo de perpetuar las desigualdades de género.

Profesionalización y dignificación del trabajo de cuidados

El personal que trabaja en el sector de cuidados es el motor del sistema, y su situación laboral define en gran medida la calidad del servicio. El documento insiste en que estos trabajadores y trabajadoras deben contar con condiciones dignas, protección social, salarios justos y oportunidades de formación continua.

Profesionalizar el cuidado no solo mejora la atención que reciben las personas usuarias, sino que también convierte este sector en una fuente estable de empleo formal, contribuyendo al desarrollo económico local y nacional.

Accesibilidad y adaptación a la diversidad

El acceso universal al cuidado solo es posible si los servicios se diseñan para atender la diversidad de necesidades de la población. Esto incluye a personas con discapacidad, personas mayores y quienes requieren apoyos temporales o permanentes.

La ONU subraya que la accesibilidad debe ser transversal: desde la infraestructura física hasta los formatos de comunicación, pasando por la disponibilidad de intérpretes y la incorporación de tecnologías que faciliten la autonomía y la participación.

Monitoreo, evaluación y mejora continua

Para que las políticas de cuidado sean efectivas, deben estar acompañadas de sistemas de información y evaluación que permitan medir su impacto y realizar ajustes. El documento resalta la importancia de recopilar datos desagregados, que incluyan variables como género, edad, discapacidad y ubicación geográfica, para garantizar que las soluciones respondan a las necesidades reales de todos los grupos.

Un compromiso que requiere acción colectiva

Transformar los sistemas de cuidado requiere de la colaboración activa del Estado, el sector privado, las comunidades y la ciudadanía en general. El Policy Paper de la ONU ofrece una hoja de ruta clara: reconocer el cuidado como un derecho, garantizar su acceso universal, dignificar el trabajo de quienes lo brindan y promover la corresponsabilidad como principio rector.

El cuidado es, al mismo tiempo, una inversión social y económica. Invertir en él significa construir sociedades más justas, igualitarias y sostenibles, donde todas las personas puedan vivir con dignidad y desarrollar su potencial.

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Fuente: ONU – Policy paper Transformar los sistemas de cuidados (2024). Disponible en: https://www.un.org/es

Políticas públicas y compromiso social: el camino hacia un sistema de cuidados inclusivo

Cuidado, igualdad y sostenibilidad: cómo un sistema inclusivo transforma vidas

El cuidado como base para sociedades justas

El Policy Paper “Transformar los sistemas de cuidados” de la ONU deja claro que sin cuidado no hay desarrollo sostenible. El trabajo de cuidados, tanto remunerado como no remunerado, es fundamental para el bienestar de las personas, el funcionamiento de la economía y la cohesión social.

Sin embargo, este trabajo sigue estando desigualmente distribuido, recayendo mayoritariamente en mujeres y niñas, y muchas veces sin remuneración ni reconocimiento. A esto se suma que los servicios de cuidado existentes, cuando existen, suelen ser insuficientes, costosos o poco accesibles para quienes más los necesitan.

Una carga desigual que frena oportunidades

El documento señala que la carga de cuidado desproporcionada limita el acceso de las mujeres al empleo, la educación y la participación social y política. En paralelo, las personas que requieren apoyos, como las personas con discapacidad o las personas mayores, enfrentan barreras para su autonomía y participación plena.

Esto genera un círculo vicioso: las familias con mayores responsabilidades de cuidado tienen menos ingresos y menos tiempo, lo que perpetúa la pobreza y la desigualdad.

Inclusión de las personas con discapacidad en el cuidado

El policy paper es claro al destacar que la accesibilidad es un componente central de cualquier sistema de cuidados inclusivo. Esto implica:

    • Servicios adaptados a diferentes tipos de discapacidad.
    • Infraestructuras físicas accesibles.
    • Información y comunicación en formatos adecuados, como lectura fácil, braille o interpretación en lengua de señas.
    • Participación activa de las personas con discapacidad en el diseño y evaluación de políticas y programas de cuidado.

Cuando los servicios no contemplan estas adaptaciones, se generan nuevas barreras que profundizan la exclusión.

El cuidado como derecho y responsabilidad compartida

La ONU plantea que el cuidado debe reconocerse como un derecho humano universal, no como una responsabilidad individual de las familias. Esto significa que:

    • El Estado debe garantizar servicios accesibles, asequibles y de calidad.
    • El sector privado puede y debe contribuir con políticas laborales flexibles y beneficios de cuidado.
    • Las comunidades y redes de apoyo tienen un rol en la corresponsabilidad.
    • En los hogares, el cuidado debe distribuirse equitativamente entre todos sus miembros, sin distinción de género.

Cuidado y sostenibilidad

El documento vincula directamente la transformación de los sistemas de cuidados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Invertir en cuidados y garantizar su acceso universal contribuye a:

    • Reducir la pobreza (ODS 1).
    • Lograr igualdad de género (ODS 5).
    • Garantizar trabajo decente (ODS 8).
    • Reducir desigualdades (ODS 10).
    • Promover ciudades y comunidades sostenibles (ODS 11).

El cuidado es, por tanto, un pilar transversal que refuerza múltiples metas de la agenda global.

Profesionalizar y dignificar el trabajo de cuidados

El documento subraya que no habrá servicios de calidad sin trabajadores de cuidados bien formados, protegidos y valorados. Esto incluye:

    • Formalización del empleo.
    • Acceso a seguridad social.
    • Capacitación continua.
    • Salarios justos.
    • Reconocimiento de la labor como trabajo esencial.

La profesionalización no solo mejora la calidad del servicio, sino que también fortalece la estabilidad laboral de quienes cuidan.

El papel de la tecnología

El policy paper menciona que las soluciones tecnológicas y digitales pueden facilitar el acceso y la eficiencia en los sistemas de cuidado. Ejemplos incluyen:

    • Plataformas de coordinación de servicios.
    • Teleasistencia para personas mayores o con discapacidad.
    • Sistemas de registro y seguimiento de planes de cuidado.

Pero advierte que estas herramientas deben ser accesibles y no reemplazar la atención humana donde sea necesaria.

Una visión integral

La ONU llama a adoptar una visión de cuidado que:

    • Sea universal y basada en derechos.
    • Reconozca y reduzca las desigualdades de género.
    • Integre la accesibilidad como principio básico.
    • Combine políticas públicas, inversión privada y participación comunitaria.
    • Mida y evalúe su impacto con datos desagregados.

Solo así el cuidado puede convertirse en un verdadero motor de igualdad y sostenibilidad.

Transformar el cuidado es transformar la sociedad

Garantizar un sistema de cuidados inclusivo, accesible y sostenible no es solo un acto de justicia social, es una inversión en bienestar colectivo y en el futuro económico de cada país. Las medidas propuestas por la ONU muestran un camino claro: pasar del reconocimiento del problema a la implementación de soluciones integrales.

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Fuente: ONU – Policy paper Transformar los sistemas de cuidados (2024). Disponible en: https://www.un.org/es

Políticas públicas y compromiso social: el camino hacia un sistema de cuidados inclusivo

Transformar el cuidado para transformar el futuro: una visión inclusiva y sostenible

El cuidado como derecho y pilar de desarrollo

Millones de personas en todo el mundo dedican gran parte de su tiempo al cuidado. Lo hacen por amor, responsabilidad o necesidad, pero muchas veces sin contar con el apoyo ni el reconocimiento que merecen. El Policy Paper “Transformar los sistemas de cuidados” de la ONU parte de una premisa fundamental: el cuidado es un derecho humano y un pilar central para el desarrollo sostenible. No debe tratarse como una responsabilidad privada que recae sobre las familias, sino como un asunto colectivo que requiere políticas públicas y compromiso de toda la sociedad.

Una organización desigual que perpetúa brechas

La manera en que hoy se organiza el cuidado perpetúa desigualdades. El peso de estas tareas sigue recayendo mayoritariamente en mujeres, limitando sus oportunidades de empleo, educación y participación política. Por otro lado, las personas que necesitan cuidados —como personas con discapacidad, mayores o con enfermedades crónicas— ven restringida su autonomía cuando no existen servicios adecuados y accesibles.

La ONU advierte que este modelo tiene un costo social y económico elevado: limita el desarrollo personal y profesional de quienes cuidan y reduce la participación social de quienes reciben apoyo.

Accesibilidad como requisito indispensable

Un sistema de cuidados inclusivo debe garantizar que todas las personas puedan acceder a los servicios. Esto significa eliminar barreras físicas en los centros de atención, ofrecer información en formatos accesibles, garantizar intérpretes de lengua de señas y utilizar tecnologías que faciliten la autonomía. La accesibilidad no es un complemento, sino una condición esencial para la igualdad de oportunidades.

Calidad y dignidad en la atención

Ampliar la cobertura de los servicios no es suficiente. La calidad de la atención depende directamente de la capacitación, las condiciones laborales y el reconocimiento de quienes trabajan en cuidados. El documento enfatiza que este personal debe contar con formación continua, salarios justos y seguridad social. Profesionalizar la labor de cuidados no solo mejora la calidad del servicio, sino que dignifica a quienes lo brindan.

Cambiar la cultura del cuidado

Además de las reformas estructurales, es fundamental transformar la forma en que la sociedad percibe el cuidado. Las campañas de sensibilización pueden ayudar a derribar estereotipos de género que lo asignan exclusivamente a las mujeres. La corresponsabilidad debe promoverse en todos los ámbitos: en los hogares, en las empresas, en las comunidades y en las políticas estatales.

Cuando el cuidado se entiende como una responsabilidad compartida, se abren más oportunidades para que todas las personas participen plenamente en la vida económica y social.

Invertir en cuidado para un futuro sostenible

Transformar los sistemas de cuidados no es solo una cuestión de justicia social, también es una decisión estratégica para el desarrollo. Invertir en servicios inclusivos y de calidad permite que más personas participen en el mercado laboral, mejora la salud y el bienestar de las comunidades, y reduce los costos asociados a la exclusión y la institucionalización prematura.

El documento subraya que esta inversión requiere planificación, recursos sostenidos y voluntad política para integrarla en las prioridades nacionales.

Participación ciudadana en el diseño de soluciones

La construcción de sistemas de cuidado eficaces e inclusivos exige escuchar a quienes más saben sobre sus necesidades: las personas cuidadoras y quienes reciben cuidados. Su participación en el diseño, implementación y evaluación de los programas garantiza que las soluciones sean realistas, adaptadas a contextos diversos y capaces de mejorar la calidad de vida.

El diálogo con organizaciones comunitarias, sindicatos, empresas y gobiernos locales es clave para generar alianzas que fortalezcan el sistema.

Un compromiso que define el futuro

La ONU deja claro que transformar el cuidado es transformar la sociedad. Significa construir un modelo donde el bienestar de las personas esté en el centro y donde cada individuo, sin importar su género, edad o condición, tenga la oportunidad de desarrollarse plenamente. Este es un desafío que requiere la colaboración de todos los actores, pero que promete un futuro más justo, igualitario y sostenible.

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Fuente: ONU – Policy paper Transformar los sistemas de cuidados (2024). Disponible en: https://www.un.org/es

Políticas públicas y compromiso social: el camino hacia un sistema de cuidados inclusivo

Cuidado y economía: por qué invertir en sistemas inclusivos es rentable para todas las personas

El cuidado como motor invisible de la economía

La economía del cuidado es la gran base sobre la que se sostiene la producción, aunque rara vez se le reconozca ese papel. Sin cuidados —ya sean para la infancia, las personas mayores o las personas con discapacidad— la participación laboral y el desarrollo económico se detendrían.

El documento de la ONU Transformar los sistemas de cuidados plantea que el cuidado no debe verse como un gasto social, sino como una inversión estratégica capaz de generar retornos económicos tangibles y sostenibles.

Un sector que mueve millones

Según el análisis de la ONU, ampliar y mejorar los sistemas de cuidados puede generar:

    • Nuevos empleos formales en el sector, con impacto positivo en el PIB.

    • Aumento de la participación laboral femenina, reduciendo brechas salariales.

    • Mayor ingreso disponible en los hogares, lo que impulsa el consumo interno.

    • Retorno fiscal positivo, ya que el empleo formal aumenta la recaudación y reduce la dependencia de subsidios.

Estos efectos multiplicadores son la prueba de que el cuidado es parte de la infraestructura económica, igual que las carreteras o las telecomunicaciones.

El costo de no invertir

No invertir en cuidados tiene un precio alto:

    • Menor participación laboral, especialmente de mujeres.

    • Pérdida de talento y productividad.

    • Mayores gastos en salud pública debido al estrés y la sobrecarga de las personas cuidadoras.

    • Institucionalizaciones tempranas y costosas por falta de apoyos comunitarios.

La ONU advierte que el costo de la inacción supera con creces la inversión necesaria para reformar el sistema.

Creación de empleo formal y decente

La expansión de los servicios de cuidado genera puestos de trabajo en áreas como:

    • Atención infantil.

    • Asistencia personal para personas con discapacidad.

    • Cuidado domiciliario y comunitario para personas mayores.

    • Coordinación y gestión de programas de cuidado.

    • Desarrollo de tecnología asistiva.

Si estos empleos se formalizan, se profesionaliza el sector y se asegura protección social, se contribuye también a la reducción de la pobreza.

El papel de las políticas públicas

El informe enfatiza que el impacto económico del cuidado depende del diseño de políticas públicas integrales, que incluyan:

    • Marco legal que reconozca el derecho al cuidado.

    • Estándares de calidad para los servicios.

    • Esquemas de financiamiento sostenibles.

    • Incentivos fiscales para empresas que ofrezcan beneficios de cuidado a sus empleados.

El Estado, el sector privado y la sociedad civil deben trabajar juntos para lograr escala y sostenibilidad.

Inclusión sociolaboral de personas con discapacidad

Un sistema de cuidados inclusivo abre oportunidades laborales no solo para quienes trabajan en el sector, sino también para quienes requieren apoyos. Las personas con discapacidad pueden participar plenamente en el mercado laboral cuando cuentan con:

    • Asistencia personal.

    • Transporte accesible.

    • Horarios flexibles.

    • Tecnología adaptada.

Esto no solo es un derecho, sino una forma de ampliar la base de talento disponible para las empresas.

Beneficios indirectos

La inversión en cuidados también produce beneficios indirectos, como:

    • Mejora en la salud física y mental de las personas cuidadoras.

    • Mayor estabilidad en los hogares.

    • Mejores trayectorias educativas para niñas y niños.

    • Reducción de desigualdades territoriales al llevar servicios a zonas rurales.

Estos efectos tienen un valor económico y social difícil de medir, pero real.

El cuidado no es solo un asunto familiar o de asistencia social: es una política económica con alta rentabilidad. Invertir en cuidados inclusivos y de calidad impulsa el crecimiento, reduce la desigualdad y amplía las oportunidades para todos.

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Políticas públicas y compromiso social: el camino hacia un sistema de cuidados inclusivo

Transformar los sistemas de cuidados para incluir

El cuidado como pilar 

El trabajo de cuidados mantiene en pie a nuestras economías: permite que niños y niñas crezcan sanos, que personas mayores y con discapacidad vivan con dignidad y que millones de familias concilien su vida personal y laboral. Sin embargo, gran parte de ese trabajo sigue siendo invisible, no remunerado y asignado casi siempre a mujeres. Transformar los sistemas de cuidados es una prioridad económica, de derechos humanos y de desarrollo sostenible.

El problema hoy: carga desigual y servicios insuficientes

El documento de la ONU sobre cómo transformar los sistemas de cuidados alerta que la oferta actual es fragmentada, escasa y, con demasiada frecuencia, inaccesible para los hogares de menores ingresos. La consecuencia es doble: quienes cuidan reducen o abandonan su participación en el empleo formal y, a la vez, las personas que requieren apoyo ven limitadas sus oportunidades de estudiar, trabajar o participar en su comunidad. Cuando el cuidado falla, toda la economía pierde productividad y el Estado asume mayores costos en salud, protección social y pérdida de ingresos fiscales.

Un enfoque con lente de género y discapacidad

Para lograr inclusión sociolaboral real, el sistema de cuidados debe diseñarse con enfoque de género y de discapacidad. Eso significa reconocer el valor del tiempo de las cuidadoras, prevenir la sobrecarga y garantizar apoyos accesibles, asequibles y de calidad. También implica eliminar barreras físicas, comunicacionales y actitudinales: rampas, transporte accesible, información en lectura fácil, intérpretes de lengua de señas y tecnologías asistivas disponibles en los servicios.

Reconocer, reducir y redistribuir (las “3R” del cuidado)

El policy paper recomienda una estrategia clara basada en tres verbos:

  • Reconocer el cuidado como trabajo con valor económico y social. Medirlo en estadísticas oficiales, incorporarlo en cuentas satélite y visibilizarlo en el diseño de políticas.

  • Reducir la carga a través de servicios públicos de calidad: centros de cuidado infantil, apoyos para la vida independiente, programas de respiro, teleasistencia y cuidados de larga duración con cobertura universal.

  • Redistribuir responsabilidades entre Estado, mercado, comunidad y hogares, y dentro de los hogares entre hombres y mujeres, promoviendo licencias parentales igualitarias y corresponsables.

Trabajo decente en el sector de cuidados

No habrá servicios de calidad sin trabajadores de cuidados con empleo formal, salarios dignos, formación continua y protección social. Profesionalizar el sector, reconocer certificaciones y asegurar condiciones laborales seguras es esencial para retener talento y mejorar los resultados. La mejora de la calidad del empleo en cuidados tiene, además, un efecto multiplicador en la economía local.

Tecnología y accesibilidad como aceleradores

Las tecnologías digitales y asistivas pueden escalar la cobertura y personalizar los apoyos: plataformas para coordinar turnos y rutas de cuidadores, teleasistencia 24/7, aplicaciones de seguimiento de planes de cuidado, dispositivos de apoyo a la movilidad, lectores de pantalla o comunicación aumentativa. La condición es que la tecnología sea accesible, segura y asequible, con estándares de interoperabilidad y protección de datos personales.

Enfoque territorial y participación comunitaria

Los sistemas de cuidados deben adaptarse a contextos urbanos, rurales e interculturales. Para ello, es clave la participación ciudadana: personas cuidadoras y personas que requieren apoyos deben ser parte del diseño, la implementación y la evaluación. Los gobiernos locales, las organizaciones comunitarias y el sector privado pueden co-crear soluciones cercanas, por ejemplo, redes barriales de cuidado, bancos de tiempo y alianzas con empresas para cupos de empleo con horarios compatibles.

Beneficios económicos y sociales de invertir en cuidados

Invertir de forma sostenida en cuidados genera retornos múltiples: mayor participación laboral femenina, reducción de brechas salariales, incremento del ingreso disponible de los hogares, mejores trayectorias educativas, retraso de institucionalizaciones costosas y alivio del gasto sanitario por sobrecarga. A nivel macroeconómico, los sistemas de cuidados actúan como infraestructura social que estabiliza el crecimiento y aumenta la productividad total de los factores.

Cuidar es política económica

Transformar los sistemas de cuidados es una decisión estratégica para construir sociedades más justas, productivas y resilientes. Reconocer, reducir y redistribuir el cuidado, con servicios accesibles y trabajo decente, abre oportunidades de empleo para quienes cuidan y para quienes reciben apoyo. Es, al mismo tiempo, una política de igualdad de género, de inclusión de personas con discapacidad y de crecimiento sostenible.

¿Qué política de cuidado tendría el mayor impacto en tu comunidad? ¿Qué servicio echas en falta para conciliar trabajo y familia?

Cuéntanos en los comentarios y sumemos experiencias para impulsar sistemas de cuidados inclusivos y sostenibles.

Fuente: ONU – Policy paper Transformar los sistemas de cuidados (2024). Disponible en: https://www.un.org/es/

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